Pez Volador

La primera vez que lo vi fue en un viaje que hice antes de otro corte, otro capítulo de vida. Fue al Pacifico Colombiano.
Íbamos en lancha bordeando las bahías sin playa del arriba tibio mar.
Extendí mi brazo izquierdo hasta que la yema de mis dedos tocó el agua mientras algo llegaba al contacto y saltó. No podía creer lo que vi, un pez con alas que saltó y planeó hasta la línea de horizonte.

Este ser me hace resonar algo,como un redoble: el des-tierro, des-terrar, de-aguar, des-airar.
Y en la pósibilidad de que en esa partícula des pueda existir una serie de oportunidades, un cambio de foco,
que es un cambio de estado,
que sea un cambio de materia.
El tacto como sentido activador de presencia total.

Cambios de estado de un material blando como una tela que en la rítmica de un cuerpo en movimiento deja de ser para embeber accion.

La idea del tercer cuerpo del tango no es un fantasma, es real.

Lo líquido que gelifica,
lo que se encostra. Esos procesos me atrapan, es eso lo que me atrapó de los procesos de la gáfica.

Voy a bautizar esto distinto porque me canse de esa palabra.
Diré los procesos de incisión,
o rasguños o los pellizcos
o lo oleoso de mi mano y
la quemazón de la luz.

Para operar necesito otro glosario, si no no aguanto.
Se
de alguna u otra forma,
Una forma.

Me es fácil decir o pensar que la materia vibra.
Bajo el epitelio de la mano, otro epitelio.

Y aunque no pueda tocarse, se resiste, como la araña que camina sobre la telita que separa el agua del aire .
(imagino yo, quizás tontamente que a los propios ojos de la araña tambiés es una tela)

El calor de la sangre brota.

Brota de la humedad en tensión.
Nacedero ínfimo, micro-scópico.

Ocaruno con 5 flautas.
Gemma Luz Bosch